26 marzo 2017

MITOS EROTICOS DEL MUNDO



He escogido un par de poesias del libro de la zona de Summer  si alli donde entre unos y otros no van a dejar nada de la cuna de la civilizacion.
¿Porque eroticas? pues porque nada actual merece la pena demasiado y un cambio es un cambio, 

OTRO DIA OS PONDRE lO cASTELL D'EN fIGUERO.
Si me direis que la de Innana (Venus,Astarte, Isis, etc) es larga pero es preciosa sobre todo impresa.
 El
Me resulta tan divertido como sorprendente que el actor que representara a El tuviese que mantener erguido el Pene en el escenario a sabiendas de que se exponía al rechazo público. Ese rechazo Podría haber resultado en siete años de sequía y hambruna. ¡A eso lo llamo yo riesgo!
Este campo es el campo de los dioses,
el campo de Asherah y la Niña.
Cocinan un cabrito en leche,
un choto en mantequilla.
El campo de los dioses,
el campo de Asherah y Rahmai.
Si las mujeres exclaman: «¡Oh, esposo, esposo!
Tu verga está arriada,
el bastón de tu mano ha caído»,
mientras el ave se asa sobre el fuego,
sí, se tuesta sobre las ascuas,
entonces las mujeres son las esposas de El,
las esposas de El y suyas para siempre.
Pero si las mujeres exclaman: «¡Oh, padre, padre!
Tu verga está arriada,
el bastón de tu mano ha caído»,
mientras el ave se asa sobre el fuego,
sí, se tuesta sobre las ascuas,
entonces las mujeres son las hijas de El,
las hijas de El y suyas para siempre.
«¡Oh, esposo, esposo!
Tu verga está arriada,
el bastón de tu mano ha caído»,
mientras el ave se asa sobre el fuego,
sí, se tuesta sobre las ascuas,
entonces las mujeres son las esposas de El,
las esposas de El y suyas para siempre.
Él se inclina, besa sus labios.
Ay, qué dulces son sus labios, dulces como granadas…
Del besar, hay concepción;
del abrazar, fecundación.
Se ponen de parto y dan a luz al Alba y al Ocaso.
A El le llevan la noticia:
«lías esposas de El han parido».
"¿Qué es lo que han parido?
Mis hijos, Alba y Ocaso».
Un labio hacia la tierra,
un labio hacia el firmamento,
para que entren en sus bocas
los pájaros del cielo
y los peces de la mar.
Allí permanecerán entre las piedras y los árboles
siete años enteros,
incluso ocho (años) cíclicos,
hasta que los Dioses Buenos recorran el campo,
pisen incluso los confines de la naturaleza.
Se encontraron con el Guardián de la Siembra
y le gritaron al Guardián de la Siembra:
«¡Oh, Guardián, Guardián, abre!».
Él les abrió un paso y así entraron.
«Si hay pan, danos para que comamos.
Si hay vino, danos para que bebamos».
El despertar de Inanna
La sinceridad de Inanna a la hora de disfrutar del deseo naciente y de su vulva fueron fuentes de inspiración definitivas Para la escritura de este libro. Los sumeriólogos afirman que la palabra «vulva», utilizada otrora con toda libertad, tiene un valor positivo. Lamento la Pérdida de respeto Por este término y su vulgaridad actual.
La virgen Inanna estuvo Presente en la inundación.
De aquel lugar salió un árbol
y lo Plantó donde Pudiera cuidar de él,
y cuando creció, ella esperó su recompensa
Porque aquel había sido un acto de adoración.
Sabía que estaba destinada a ser reina del cielo.
Sabía que su cuerpo había empezado a anhelar el amor
y mientras esperaba Preguntó:
¿Cuánto queda para que me siente en un radiante trono?
¿Cuánto queda para que me pose sobre un radiante lecho?
La diosa se deleitó en sí misma.
Recostada sobre un manzano,
observaba su exquisita vulva.
Cautivada por su exquisita vulva,
ella, la virgen, se deleitó en sí misma.
Sus compañeras se unieron a ella
mientras se celebraba a sí misma.
Encontraré un novio,
bailemos, bailemos.
Me deleitaré con mi exquisita vulva,
bailemos, bailemos,
hasta que él se deleite con ella.
Mi vulva, el bendito recipiente de la luna llena,
el hermoso cuerno de la luna nueva,
un campo sin cultivar que crece a placer, un prado de pastoreo
alimentado por la lluvia, curvilíneo, cercado.
Para mí, fertiliza mi vulva.
De la tierra virgen, ¿quién será el cultivador?
Para mi vulva, húmeda y expectante,
¿quién traerá el toro?
Ara mi vulva, mi amado elegido.
Mi vulva está húmeda.
Yo, la sagrada virgen Inanna, digo que mi vulva está húmeda.
Que mi amado elegido pose la mano sobre mi vulva.
No necesitas surcar un canal, yo seré tu canal.
No necesitas labrar un campo, yo seré tu campo.
Granjero, no busques la tierra húmeda.
Mi dulce amor, permíteme ser tu tierra húmeda.
Soy casta.
Mi desnudez es casta.
Es apropiada para príncipes y dioses
que buscan reinos salvajes a los que someter,
que buscan tierras para ampliar sus reinos.
Yo escojo a Dumuzi como dios de mi tierra.
La madre de Inanna escuchó su canción de deseo,
su hermano y su padre escucharon su canción de deseo,
y concertaron el matrimonio de Inanna con Dumuzi.
Pero antes de que pudieran anunciárselo,
Inanna se encontró con Dumuzi en la ciudad
y él la Persiguió hasta la Puerta de su casa
mientras ella se dirigía a casa con sus amigas.
Sin el permiso de mi madre
nos ha seguido
hasta la calle donde vivo.
El joven semental
me ha perseguido hasta aquí.
Me has seguido sin permiso.
Mi padre pronto será el tuyo.
Mi madre pronto será la tuya, también.
Hablemos de ello.
Y tu padre pronto será el mío,
tu madre también será la mía
¿Por qué no permites que te lo cuente todo?
La amigas de Inanna rieron.
Se encuentran sumidas en una deliciosa discusión;
deliciosa para el alma que desea discutir:
Con sus joyas, ¡Dumuzi
quiere plantar los cimientos de una casa!
¡Ojalá sus pequeñas gemas ataviaran nuestros cuellos!
¡Ojalá su grandes joyas se posaran sobre nuestros virginales pechos!
Inanna se asomó al balcón.
Se estiró hacia donde él se encontraba
y le gritó a Dumuzi, el toro salvaje:
¿Para quién construyes esa casa?
¿Con tus gemas?
La estoy construyendo para la santificada,
para mi esposa, la única.
La estoy construyendo para ella.
Inanna, la virgen sagrada, está enamorada.
Sólo quiere volver a ver a Dumuzi.
Por ello, cuando ve a la hermana de él, le habla,
y Geshtinanna le comunica el mensaje a su hermano.
Pasaba por delante de la casa de Inanna
cuando ella me vio.
¿Qué me dijo, hermano Dumuzi?
¿De qué habló?
Habló de su pasión, de tu poder de seducción, de su éxtasis.
Me confió
que te había conocido, querido hermano,
me dijo que se había enamorado de ti
y que se deleita con fantasías sobre ti.
Debo acudir a ella, hermana,
debo acudir, grita Dumuzi.
Por favor dulce hermana, déjame acudir a ella.
De alta cuna y buena educación,
he ocupado mi tiempo desde ayer.
He intentado pasar el rato bailando,
cantando alegres melodías del alba al ocaso.
¡Y aquí está el! ¡Aquí está él!
Mi amado me toma de la mano.
Mi amado me envuelve en un abrazo.
¡Suelta mi mano, pastor! ¡Déjame ir!
Debo volver a casa.
¿O cómo se lo explicaré a mi madre?
¿Cómo voy a engañarla?
Yo te enseñaré, Inanna.
Yo te enseñaré la astucia de las vírgenes.
Di: Mi amiga y yo íbamos al mercado.
Los músicos callejeros tocaban sus instrumentos.
Bailamos juntos,
cantamos canciones tristes y hermosas
cantamos canciones alegres y hermosas.
Cuéntale a tu madre una mentira así
para que podamos estar juntos
bajo la luz de la luna.
Te haré un lecho digno de tu príncipe.
Liberaré tus cabellos de sus ataduras,
viviré extasiados momentos contigo,
placenteros y armoniosos.
No soy una cualquiera de la calle, respondió Inanna.
Ni te abrazaré ni yaceré contigo aquí.
Debo regresar a la casa de mi madre.
Dumuzi no desea ofender a Inanna.
Accede a cortejarla honrosamente.
Mi señor desea visitar a mi madre.
Estoy llena de júbilo.
Me gustaría advertir a mi madre
para que pudiera aromatizar el suelo de cedro.
Su casa está perfumada y desprende una dulce fragancia.
Lo recibirá con alegría.
Pastor, te considero merecedor
del casto abrazo.
Dumuzi, eres glorioso y respetable.
Todos tus dones son gloriosos y fragantes.
En ese momento apareció el hermano de Inanna, Utu,
para anunciar a su virgen hermana
que iban a prepararle el lecho nupcial.
Hermana mía, un novio yacerá junto a ti entre las sábanas.
Junto a ti se recostará el igual del dios del cielo.
Junto a ti se recostará el hijo
de un seno sagrado.
Junto a ti se recostará un hombre
educado para ocupar un trono.
¿Será él el hombre de mi corazón?
Es el hombre de mi corazón.
El hombre a quien mi corazón conoce.
No un granjero que amontona ganancias,
sino un pastor que cría ovejas, saludables y algodonosas.
El día de la boda, Utu acude a visitar a su hermana;
la novia Inanna.
Hermana mía, ¿te has preparado para la boda?
Pequeña, ¿te has preparado para la boda?
Me he lavado con agua,
he tersado mi piel con jabón,
me he lavado con el agua
de un cántaro de cobre bruñido,
he tersado mi piel con jabón
de un jarro de piedra pulida.
Me he perfumado
con el aromático aceite de un jarro de piedra
y me he puesto la túnica de la soberanía,
la túnica de la soberanía celestial.
He tersado mi pelo,
que estaba enredado.
He dado forma a mis rizos,
que se habían deshecho.
Los he cepillado
y he dejado que me cayeran
sobre los hombros
y el cuello.
Con anillos de oro
he adornado mis dedos.
Con preciosas cuentas
me he cubierto el cuello,
las he dispuesto con cuidado
y las he atado
con un cordón dorado.
Su borla enjoyada me cuelga de la espalda.
Inanna, he buscado un buen marido que complazca a tu corazón.
Tu tierno corazón es al que he querido complacer.
Tu divina patrona
te ha bendecido.
Floreces como la cosecha.
Eres luminosa como la madre de miel dorada
Mi tierna niña, vales por cinco como yo.
Mi tierna niña, vales por diez como yo.
La diosa te ha moldeado,
te hizo perfecta,
para que Dumuzi desee acudir
junto a mi incomparable
y resplandeciente hermana.
Ve a buscar al novio.
A su mansión.
Envía a un hombre
con una canción de invitación.
Permite que empiece a escanciar vino para mi novio.
Así su corazón tal vez se alegre.
Así su corazón tal vez se deleite.
¡Haz que venga, haz que venga!
Hermana mía, permite que te guíe
a tu lecho nupcial.
Que tu amante acuda a ti como el cordero a la oveja.
Oh, que venga.
Hermana mía, deja que te guíe.
Los amigos del pastor son generosos y prósperos.
Las celebraciones del novio son generosas.
Tu pastor los encabeza.
El agricultor es el segundo.
El granjero, el tercero.
El pescador, señor de los juncos,
el cuarto.
El cortejo nupcial deja a un lado el trabajo
para celebrar las nupcias de Inanna.
Le llevan sus mejores productos.
El pastor llega cargado
de ofrendas de cremosa mantequilla.
Trae grandes recipientes de leche
y queso colgados del cuello,
lleva con cuidado sabrosos baldes de leche
equilibrados sobre los hombros.
Llama a la casa de Inanna.
Deprisa, abre la puerta, reina de mi corazón.
Deprisa, abre la puerta.
La casta Inanna se detiene,
escucha el consejo de su madre.
Eres su esposa, él es tu esposo.
Él es para ti, tú eres para él.
Desde ahora, tu padre es un extraño.
Desde ahora, tu madre es una extraña.
Honra a su madre como si fuera la tuya.
Honra a su padre como si fuera el tuyo.
Dumuzi llama: ¡Abre la puerta, reina de mi corazón!
Deprisa, abre la puerta ya.
Inanna, preparada como su madre le había aconsejado,
lavada en agua fresca y bañada en aceites aromáticos,
vestida con sus majestuosas ropas,
se coloca sus amuletos en el pecho,
vuelve a ponerse el collar de lapislázuli,
permanece a la espera
agarrada a su sello soberano.
Dumuzi golpea la puerta y ella,
como el agua iluminada por la luna, fluye hacia él
desde su casa.
Él la mira, se regocija con su visión.
La coge entre sus brazos y la besa.
Dumuzi lleva a Inanna a la capilla
de su divino patrono.
Oh, Inanna, te traigo a la capilla de mi dios,
y te sentarás en estado de gracia en su trono.
Aunque la honró de esta forma,
Inanna se sentó bajo la tarima y dijo:
Debes guiarme. Siempre he acatado las órdenes de mi madre.
Dumuzi abraza con fuerza a Inanna.
No te convertiré en mi esclava.
Comerás en una enorme mesa.
Ay, novia mía, no te contonearás para mí.
Ay, novia mía, no tendrás que hilar el vellón para mí.
Inanna se da la vuelta y abraza a Dumuzi.
Yo, la diosa luminosa, brillo como el oro en el cielo del alba.
Dumuzi, mi pastor, yo, que soy divina,
brillo como el oro en el cielo anochecido,
proyecto reflejos dorados para ti.
Dumuzi está deslumbrado por Inanna y la elogia:
Sagrada reina de lo alto,
yo saludo
a la celestial reina
Inanna.
Yo saludo
a la deslumbrante llama del firmamento,
celestial brillo nocturno que ilumina como la luz del día,
reina celestial.
Yo te saludo.
Santa e imponente reina,
pura entre las puras,
que luces la corona de dos cuernos,
primera hija de la divina luna,
Inanna, yo te saludo.
Su esplendor y su poder,
su alta cuna,
su deslumbrante apariencia,
en el cielo del anochecer
como una tea en llamas,
su ascensión en el cielo nocturno
como la luna,
en el cielo del alba,
como el sol,
adorado por todo el mundo,
éstas son las palabras de mi canción.
Dumuzi, debes jurarme que no tengo rival
que haya besado tus labios
antes de despojarme
de mi espléndida túnica, fina telaraña,
y de que descubra ante ti mi desnudez.
Amado mío, que me seduce y me encanta,
una promesa te pido.
Oh, hermoso hombre,
posa tu mano derecha
sobre mi vulva.
Acuna mi cabeza con tu mano izquierda
mientras tu boca se acerca a la mía
y cierras tus labios sobre los míos.
Prométeme lealtad.
Oh, floreciente mío,
¡cómo me complaces!
Mi jardín de manzanos en flor,
¡cómo me complaces!
Mi columna inmaculada,
¡cómo me complaces!
Mi columna de mármol tachonada de lapislázuli,
¡cómo me complaces!
Hombre de mi corazón, mi querido,
hagamos que tus deliciosas dotes,
miel gloriosa,
sean aún más exquisitas.
Mi amado, mi adalid,
que avanza hacia mí,
me bato en retirada
hacia mi lecho.
Te espero
para que juegues tiernos juegos conmigo.
Mi amado,
cúbreme con tu dulzura de miel.
En el rincón de miel dorada del aposento nupcial
nos deleitaremos, una y otra vez,
con tu gloriosa miel.
Te espero
para jugar tiernos juegos,
mi amado,
juegos que me bañen con tu dulzura de miel.
Cuando me amaste por vez primera,
ojalá te hubiera dejado jugar
dulces juegos conmigo.
Allí, donde pudiste verter
tu dulzura en mí,
dulce miel,
vierte tu ternura
por favor, decántala allí para mí
como cebada en una vasija.
Ay, deposítala allí para mí
como cebada en una vasija.
Con fuerza, él floreció,
con fuerza, floreció y floreció,
y regó mi campo de lechugas.
Desde la negrura fértil de su hierba silvestre,
mi amado
regó la espiga de cebada en mi voluptuoso surco.
Regó mi lechuga,
mi querido, manzano cargado de fruta,
¡regó mi jardín!
Ay, amante mío, que de una sola vez

me llenaste con placer hasta el interior del ombligo.
Mi espesura, melosas entrañas
fertilizaste, mi loma de lechuga.
Ay, mi amor de espléndidos cabellos,
cautivador y robusto
como la palmera datilera,
mi amante, que me besa el pecho para saludarme,
honrado en la asamblea l…]
Eres la joya de mi corona,
el oro que luzco,
mi amuleto labrado
por el ingenioso artesano.
Mi amada novia me ensalza sin límite.
Su alabanza, azucarada como su vulva.
Su vulva, azucarada como su alabanza.
Mi plumaje, como la fronda, él regará
y acariciará los polluelos de su nido.
Mi criada ha cuidado mis plumas,
las ha peinado en una elegante cresta,
las ha acicalado con cuidado
y está adornando mi pecho con joyas.
Permite que él anide en mis pétalos,
deleitable follaje.
Despertad a Dumuzi, preparadlo
para satisfacer su pasión.
Que mis atractivos le resulten irresistibles,
que me hechice por siempre.
En verdad eres nuestro señor,
forjado de plata engastada de lapislázuli.
En verdad eres el agricultor que nos trae el grano.
Fruto de mis ojos, anhelo de mi corazón,
que veas muchos amaneceres,
que tengas una larga vida




WADI RUMM  EL DESIERTO DE JORDANIA