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02 Nov 2017 09:16 PM PDT
Más a propósito que nunca: Under a
government which imprisons any unjustly, the true place for a just man is also a
prison.(Con un gobierno que encarcela a alguien injustamente, el verdadero
lugar para una persona justa también es la prisión). Henry David Thoreau,
Sobre la desobediencia civil, en un pasaje en el que explica que si la
insumisión se generaliza, no hay gobierno que pueda con ella.
Estos no saben en dónde se han metido. Su
engreída y autoritaria incompetencia los ha llevado a propiciar el peor
escenario posible para sus intereses. Desconocen por entero el terreno que
pisan; pero lo pisan y con botas que parece ser con lo que piensan.
Su cálculo es tan simple como desvergonzado y,
por supuesto, erróneo. "Sí", dicen, "vamos a la terapia de choque. Entramos a
saco, desmantelamos las instituciones, destituimos a los responsables. los
encarcelamos y endurecemos el orden público. Aguantaremos una campaña de una
semana o diez días con protestas callejeras. Luego, volverá la normalidad. Como
pasó en el País Vasco, con el encarcelamiento de Otegi. Normalidad y todos a
preparar las elecciones del 21D".
Literalmente en la inopia. Cataluña y el País
Vasco, nada que ver. En el uno hubo violencia; en el otro ni una brizna. Fin de
la comparación. Ahora, calíbrese la respuesta social a la agresión al
autogobierno catalán en todos los niveles e instancias.
El problema es que estos estrategas del
triunvirato nacional creen que todo el mundo es como ellos, que están en
política por razones inconfesables en unos casos y perfectamente inútiles en
otros. Son incapaces de entender que alguien esté en política por ideales, no
por sobadas ideologías. Son incapaces de entender que alguien vaya
voluntariamente a la cárcel, como Thoreau, por esos ideales cuando ellos, si lo
hacen, es por dinero.
Por eso también están convencidos de que el
independentismo es cosa de un grupo de fanáticos e iluminados que se valen de la
mentira y la demagogia para sus protervos fines, aprovechando la generosidad
garantista del Estado democrático de derecho. Lo ven como una conjura. La jueza
del caso lo describe como "una
estrategia secesionista perfectamente organizada" , como el compló de la
pólvora, vamos. Un descubrimiento el de su señoría que celebra alborozado El
País: al aire la conspiración. Una conspiración explicada al detalle en el
programa electoral de JxS en 2015 y que se ha pregonado a toda la rosa de los
vientos (estos catalanes no se conforman con los cuatro de siempre porque
recuerdan els quatre gats) durante dieciocho meses de hoja de ruta.
Delitos
gravísimos se escandaliza, horrorizado con mohínes de cortesano el que fuera
un periódico. Una pieza en la que habla de la justicia en España ante la cual
deben comparecer los responsables independentistas (ya no el
independentismo) y se le olvida decir que esa justicia no es
independiente, según los datos internacionales fehacientes. Fin del
debate.
No entienden absolutamente nada. Ya están bajo
vigilancia de la UE. A la próxima barrabasada, los intervienen. Lo gracioso es
que a ese no entender se les suma la izquierda. Toda. La sumisa del PSOE ya está
a las órdenes del capitán de cuartel. La verdadera no sabe para donde
virar a fin e hacerse notar sin suscitar la hilaridad. Les está pasando una
revolución por delante de las narices y no la ven.
Una revolución. Una ciudadanía movilizada, muy
motivada, con unas experiencias recientes que la reafirman, estructurada,
coordinada, en comunicación con sus dirigentes, todo ellos en posiciones de
combate no violento, pacífico, con gran impacto simbólico. El exilio bruselense
de Puigdemont ha internacionalizado el conflicto a extremos insoportables para
el gobierno, sometido a estrecho escrutinio por diversas partes. La organización
interna y externa de este movimiento funciona perfectamente a través de las
redes y el bucle redes-medios-redes. No es de extrañar que la jueza se maraville
de tan buena organización. Lo entendería mejor si considerara que se trata de
una revolución, de un movimiento independentista muy poderoso, apoyado
probablemente por más de la mitad de la población y al que ahora se ha dado la
oportunidad de personificar simbólicamente la liberación de Cataluña en la de
los presos políticos