19 septiembre 2010

MI VIDA EN UN BLOGG

Se ha ido un icono de mi generacion. Inserto dos comentarios de dos blogs del Pais sobre él como homenaje

19 septiembre, 2010 - 09:07

Labordeta

Era, decía él, un cascarrabias irónico. No se conformó con el cuarto de las inspiraciones; recorrió España, la dibujó desde su mirada, contribuyó a mejorar el ánimo español; consiguió juntar canciones que dieron un retrato de su personalidad como activista y también como personaje que mezclaba la rabia con melancolía; dejó una legión de amigos de todas las clases y de todos los sitios, y asumió la enfermedad, y por tanto el dolor, con el ánimo de no dejarse contaminar por la dejadez que tantas veces ocasiona el sufrimiento. Regaló su tiempo y su voz, no sintió las tentaciones de la vanidad, así que siguió trabajando, escribiendo, hablando; en el parlamento fue una mosca cojonera que un día se hartó hasta gritar "váyanse a la mierda" a las señorías que lo incordiaban. Su música fue un lema y un eslogan y ahora su voz se canta como una mezcla ingrávida de inspiración telúrica y capacidad para tocar lo que de verdad es la tierra, sus caminos. Labordeta. Fue maestro. Y fue un maestro. El mejor amigo posible, dice ahora Luis Alegre en la radio. Emotivo adiós que se une al adiós multitudinario que se merece desde el alma.

JULIÁN CASANOVA 19/09/2010



En los últimos años, José Antonio Labordeta y yo compartimos opiniones, conversaciones y debates en la radio. Hablábamos del Partido Popular, de Obama, de la crisis, de la corrupción o de los libros y canciones que nos gustaban. Labordeta hacía y decía tantas cosas que resultaba difícil de clasificar. Para la gente que nos escuchaba, José Antonio Labordeta era político, cantautor, escritor, el hombre de la mochila, el hombre justo, el abuelo, el que mandó a la mierda a los señores diputados de la derecha que no le dejaban hablar.



Labordeta era de ese clase de gente que creía que el futuro sería mejor que el presente. A las personas que creen eso se les llama utópicas, pero en realidad lo que hacen es atacar la hipocresía, la estupidez y expresar la insatisfacción frente al privilegio.

Labordeta usaba la vida cotidiana, los problemas de la gente que pasa por la calle, para iluminar el debate político. Frente a quienes creen que los hombres y mujeres estamos sujetos a poderes tan grandes que es mejor no tocarlos, José Antonio apelaba a la dignidad, la nuestra, la de los humanos, para saber dónde comienza lo intolerable. Como nació en una República y creció en la España de Franco, nunca le gustaron esos cerdos de Rebelión en la granja de George Orwell, escrita, recordemos, en 1945, que creaban una dictadura sobre los otros animales, mucho peor que lo que habían conocido.

Todos queríamos conservar a Labordeta. Los humanos se pasaron el siglo XX buscando en algo en que creer. Y algunos se lo tomaron tan en serio que mataron en nombre de cosas tan abstractas como la religión, la ideología, la patria o el rey. Si hablabas unos minutos con Labordeta, te dabas cuenta que tampoco era para tanto. Necesitamos gente que piense y sienta. Ojalá pudiera seguir hablando con él en la radio. Hasta siempre, José Antonio.